COMO VEN LOS NIÑOS A SUS PADRES.

A decir de los entendidos, en relaciones familiares, del mismo modo que en el deber o el ideal de todo alumno está implícita la inspiración de superar a su maestro, todo hijo está convocado, por ley natural, a superar a su padre. Y la misión de los padres es, justamente, hacerse superar por sus hijos. Hay en la base de la relación padre-hijo, un íntimo y compartido requerimiento de ejemplaridad. El hijo tiende a copiar el modelo paterno y, al mismo tiempo, a trascenderlo, a ir más allá de lo que ese modelo le propone.

A satisfacer y ahondar esos diferentes impulsos, confluyen todos los matices del intercambio emocional que alimentan la enorme vitalidad del vínculo padres e hijos. Hay niños que ven a su padre como el más fuerte, inteligente y simpático del mundo. Para muchos es su mejor amigo. En la sociedad moderna hacen falta lazos de unión entre padres e hijos, ya sea por las responsabilidades laborales o por los cambios de hábito que hacen cada vez menos comunes los paseos de fin de semana.

Las salidas al parque y otras actividades familiares. Este fenómeno es recurrente en casi todos los países; otros más se internan en el mundo adulto de la simulación y dibujan a su padre como un modelo de virtuosismo, finalmente, es muy significativo el hecho de que conforme avanza la edad, los niños van abandonando esa imagen idealizada de su padre y lo van ubicando en el terreno humano, en la realidad.